4.30.2010

Coser y cantar

Hay personas que han estado en este mundo, que han vivido poco, otras más, y hay otras que han vivido mucho, a algunas nadie las menciona, no se recuerda nada de ellas, pero hay otras, que, para fortuna de ellas y de quienes las recordamos, perviven. Se evoca con la memoria, se atrae a la cabeza las cosas remotas, con el habla o con la letra cobran vida y valor las cosas, la gente; uno hace que todo sea digno de decirse en voz alta y que estemos dispuestos a contarlo casi todo, a veces, como si nos fuera necesario que a quienes evocamos nos escucharan, que estuvieran junto a nosotros en ese momento, para ser partícipes –o igual cómplices- de la narración.

A mi me lo parecía así. Sara era blanca, cabello claro, corto, rizado, ojos café, tirándole a miel, pulcra, delgada, mas no flaca, aunque su falda escolar color rosa dejaba asomar unos carricillos con calcetas antes de la rodilla, era cercana, vivaz, sonreía contagiosamente -me contagiaba siempre- de una manera que era capaz de llenarte el alma. Cuando se tienen cerca de doce abriles y te da la impresión de que esto apenas comienza, todo pinta bien, y cómo no va a ser así, junto a una grata compañía el asunto se resume a “coser y cantar”.

Los vi a dueto en el unplugged de Tony Bennett, interpretando esta joya:
Moonglow






Juntos, en la secu 98, en nuestro primer y único grado, éramos dinamita. Desde que pasaba ella temprano a la esquina de la cuadra, cuando volvíamos jugueteando por el parque de la 55 y la 47, y se despedía en el mismo cruce matutino, hasta por la tarde-noche en que, terminando la tarea en su casa, ensayábamos flauta, íbamos a babosear a la ventana de una casa en la avenida 4, donde un cuarto estaba repleto con los juguetes de moda: “Avalancha”, “Lagrimitas” y “La máquina de raspados” de la marca Lili-Ledy, trenes Scalextric, bicis, juguetes “Mi Alegría”, y demás sueños; luego, nos hartábamos de golosinas (de las que ella vendía), reíamos a destajo de todas las cosas que suelen hacen reír a destajo a los grandes amigos. Al paso de unos cuantos meses, yo me despedía cada vez, cada tarde-noche, con una leve opresión en el pecho, una sensación extraña, de presagio, de pena.

Después, los escuché uno a uno
k.d. lang
Busy being blues





Shadowland






Tony Bennett (para mi, por encima de Sinatra)
I wanna be around





I left my heart






No pasó mucho tiempo para hacer cierta la sensación, terminando el primer curso en la secu, no apenas iniciaba el segundo, quienes dirigían los destinos en casa, me dieron la (in)grata: “nos cambiamos”; sin mucho preámbulo, de Santa Cruz Meyehualco a Iztacalco, en pleno apogeo de amistad, de ilusiones, de ajustes en lo que pintaba para caos. Fue uno de esos “golpes de conejo” que te noquean, de los que luego de un buen rato intentas levantarte a la cuenta de “ya valió madres”, se te hacen de goma las piernas, tambaleas, se te nubla el paisaje, el corazón.



De repente, instalado en “La 113”, turno vespertino, despertar con el chamuco antes de lo acordado: campales contra los del Bacho Tres, tiros a diestra y (mucha) siniestra, irse de pinta, cajetillas de Baronet, Sauza Hornitos, chavas, R&R, desmadre …bienvenido welcome; ¿qué estarás haciendo?, ¿con quién juegas?, ¿me extrañas?, yo sí, y mucho. Al cabo del tiempo, lo a veces espeso y deforme del pasado –de cierta forma- acaba sustituyendo al mundo y a quienes lo habitamos, ¿tú crees en eso Sara?; no te volví a ver.



Tony, más que cantante, refinado intérprete de jazz, rancio baladista, sin aspavientos, sonriente, contagioso –capaz de contagiar a k.d.-; por su parte Kathryn Dawn Lang, k.d. lang, multipremiada mujer canadiense, poseedora de una excepcional voz, decidió a bien colaborar con Tony. Ambos, bien cohesionados, han llegado a estos niveles:


Para deleite
Exactly like you






Hoy, cuando los escucho uno a uno, a Tony Bennett o kd lang, pero más como grandes cuates a la vez, cantando juntos, Tony y kd, o kd lang y Tony Bennett, anyway , al mismo tiempo, Sara pasa nuevamente su brazo sobre mi hombro, aprieta con sus largos y blancos dedos una de mis mejillas, me sonríe contagiosamente -lo cual me sigue contagiando-, me llena el alma aún cuando me dice: “¿o no “Coli-Colibrí”?, y volvemos a juguetear, a hartarnos de cosas dulces, a los doce abriles, a sonreír a destajo, a tener la impresión de que esto apenas inicia, es “coser y cantar”, bueno …a mi me lo sigue pareciendo así.



Contagiados
Dream a Little dream of me





Black coffe













Grandes amigos (2 discos)
Uno a uno



Juntos

4.13.2010

El lado suavecito

Qué buena falta hace relajarse. Dejar de dar cabezazos como los que tan bien describe el Residente “con la cara pa’l frente y después cabizbajo”; detener por unos días el contoneo de las caderas; parar de brincar y andar pisoteando sonoramente el azulejo de la sala.

Un poco de tranquilidad nunca está de más.

Cero tamborazos y trompetas estridentes para mí, al menos por ahora. Estoy harto de llevar la responsabilidad de ser el amo del ritmo. ¡Harto!

Qué de malo tiene escuchar algo relajado que permita, además, trabajar o leer sin que distraiga la voz, y la letra de una canción, siempre entrometida y a veces más convincente que la realidad inmediata. (ay, güeeey)

Nada, señores. Hoy no quiero ponerlos a bailar. Pueden mover su cabecita, sí. Tienen permiso de palmotear sobre el escritorio y, por qué no, hacer un tímido beat box.

No crean que hoy haré las veces de impulsor de la cultura prehispánica, nada más lejos de la verdad. Aunque tal vez el cambio ha sido brusco así que daré una breve explicación. Durante una semana sólo escuché esto durante varias horas del día mientras descendían una y otra vez los voladores de Papantla en el corazón del parque temático Takilhsukut, en Cumbre Tajín 2010.

Entenderán, estimados míos, mi desesperación para el segundo día y no puedo transmitir con palabras lo castroso que era ya para el quinto (hablo de días, claro está).

¿Que qué chingados hacía un marqués en tan rústico sitio? Ejercer la profesión de cronista para los organizadores de dicho festival. ¿Sí estuvo chido? Sí. ¿Sí estuvo muy cansado? Sí. ¿Sí me estoy contestando solo? Sí. ¿Sí es porque así hablan allá en Tajín? Sí.

A eso de las 12 de la noche (si es que no nos tocaba cubrir un puto concierto) regresábamos, hechos (yo y el Pelos) mierda al hotel. Y de camino ponía invariablemente la selección que les presento a continuación.


El primero en aparecer era el recién descubierto por mí, el japo Nujabes. Creo que lo escuché una o dos semanas después de que muriera en Tokyo en un accidente automovilístico. Sniff.

Nostalgia, ritmo y unos beats bien aceitados otorgaba a raudales el buen Jun Seba (Nujabes, ¿topan el anagrama?)

¡Ah! Y estará muy muerto y merecerá mucho respeto pero colaboró con casi puro pobre diablo y hay que quedarse, sin dudar, con su veta acústica.

Kumomi

Kumomi by El Marqués de la Narvarte

Counting stars

Counting Stars by El Marqués de la Narvarte

Summer gypsy

Summer Gypsy by El Marqués de la Narvarte

Nah mames. El camión daba un chingo de vueltas en la carretera más eriza de todo el estado de Veracruz, pero de Tajín a Poza Rica yo andaba a toda madre saboreándome la chela que compraría para dormir a pierna suelta. El Jun me acompañaba un rato con sus ritmos suavecitos.

Luego también escuchaba a los Avalanches. ¡Sí, güey! No han sacado ni madres después del Since I left you. Silencio total desde el 2002. Hay quien dice que están preparando un asombroso material… ¡yo digo que son putos! Y que no pueden con el paquete de superar ese álbum. Lo cierto es que no pueden ni ellos, ni alguien más.

He aquí algo de lo menos conocido de estos culeros envidiosos:

Everyday

Everyday by El Marqués de la Narvarte

Slow walking

Slow Walking by El Marqués de la Narvarte


Finalmente, tal como el festival, las agotadoras caminatas, el mal clima, las nativas y cualquier cosa de este mundo, la selección y el viaje terminó. 9 lazy 9 es el encargado de cerrar la sesión Dalay.

9 lazy 9 grabó con el mítico sello Ninja Tune, creado por Coldcut y seguido por cabrones como Herbalizer, DJ Food o Kruder & Dorfmeister. El nueve holgazán nueve es el sonido de la modorra rítmica, que apendeja y deja una sonrisita como de pacheco.

Black Jesus

Black Jesus by El Marqués de la Narvarte

Electric Lazyland

Electric Lazyland by El Marqués de la Narvarte

The flying nun

The Flying Nun by El Marqués de la Narvarte

Están cabrones estos italianos (sí Ragazziano, tus paisanos). Keir Fraserello y James Braddell tienen, hay que decirlo, varios tracks de súper güeva y que se quedan en la categoría de lo “experimental” sin que uno pueda decir: “Tsssagüevo, qué locochón”.

El viaje tuvo sus consecuencias y de vuelta en la ciudad de México, cuando camino, me da por pensar en la flauitita esa de los voladores e inmediatamente recurro a la música, ésta y otra, para aminorar el recuerdo que me taladraba la inteligencia.

Y sí, eso de caminar es nuevo. Ora si no me canso no duermo, tons ahí tienen al Marqués camina que te caminaré por todos sus reales con el único propósito de echar una cotorrita.

Pásele y dese su dosis de suavesismo